Tenía previsto publicar esta semana la continuación de este contenido. Sin embargo, hace dos días cambié de idea.
Y es que tuve un síntoma, me lo quité y luego pensé: «Voy a contarles esto en detalle». Y es que… nada mejor que un caso real para comprender ciertos recovecos de la teoría, que a veces no sabemos cómo aplicar. Así que te voy a contar (casi) con pelos y señales lo que viví, ¿de acuerdo?
Te explicaré asuntos bastante personales, porque la sanación que hice y que enseño, usa la vida personal para ello.
Me incomoda un pelín, pero si mi experiencia puede servirte… ¡Yo encantada de abrirme!
Si me dejo algo importante según tú o, a raíz de leerme, te surge alguna duda, déjalo en los comentarios y yo te contesto :).
La semana próxima seguiré con lo que tenía previsto: la explicación del test que publiqué la semana pasada.
Vamos.
Estoy viviendo tiempos revueltos
Para que me entiendas mejor, quiero contarte antes la situación previa a todo esto; mi «contexto vital».
Resulta que llevo un tiempo (especialmente las últimas dos o tres semanas) con una sucesión de eventos que, de un modo u otro, perturban mis planes y mi tranquilidad. Nada grave. Seguramente tú has vivido rachas así. También puedes compartir alguna anécdota, si te apetece, en los comentarios. Seguro nos sirve a todos :).
Bien, te enumero alguna de las situaciones que se me han juntado (tampoco te agobies leyéndolas, en realidad, son todo circunstancias neutras, aunque a veces no lo parezca)
- Vengo de un verano absorbida por mi función de madre (muchos niños, poca ayuda); haciendo auténticos malabares para trabajar un poco.
- Muchas ganas de recuperar el horario de "invierno", para poder poner en marcha proyectos y mejoras en mi negocio.
- La frustración de ver que eso aún no llega...
- Somos uno más en casa porque uno de los hijos mayores de mi marido se ha mudado con nosotros.
- Inicio de curso en instituto nuevo del chico, con la correspondiente adaptación y atención por nuestra parte que requiere el asunto.
- Inicio de curso en cole nuevo de mis hijos. Reuniones varias, periodo prolongado de adaptación en el caso del pequeño, dónde al inicio se requiere nuestra presencia varias horas al día...
- Hace un par de semanas que mi gato está regular y requiere también cuidados.
- La semana pasada un coche atropelló a nuestro perrito (un cachorro de 3 meses). Pelvis fracturada. Se está recuperando pero... imagínate. Es una zona que no se puede inmovilizar y requiere reposo (y es un cachorro lleno de vida).
- Mi suegro ha sido operado del corazón.
- Ahora mis hijos están un poco resfriados. Noches sin dormir, absentismo...
- Se me rompió el teléfono, estuve un día y medio incomunicada, sin poder contestar a clientes...
- Tuvimos una avería eléctrica en casa. Al final solo duró unas horas pero ya me trastornó la jornada.
- Me he visto obligada a cancelar algunas sesiones debido a todos estos desajustes.
- Hace ya días que no encuentro el momento para hacer ejercicio o cualquier actividad de ocio, y mi casa no está lo limpia que me gustaría...
- Etc.
La verdad es que me dejo algunas cosas por contarte. En el caso de algunas, para no aburrirte. En el caso de otras, porque son demasiado privadas.
Nada de esto, en el fondo, es un drama en sí mismo. Depende totalmente del ángulo desde el que se mire.
Ahora te cuento algunos reflexiones que he hecho al respecto:
Dolor de lumbares
Entre todo este lío, estuve tres o cuatro días con un dolor en las lumbares. No era nada horrible, ni mucho menos, pero sí molesto.
Yo, que sé lo que es un dolor totalmente incapacitante (debido a lo que viví con la espondilitis), esto apenas lo noto.
Era el típico dolor como de tener la zona más cargada de la cuenta. Con según qué posturas me tiraba bastante.
No me paraba mucho a atender esa molestia. Era bastante soportable y estaba ocupada «apagando fuegos». ¡Segurísimo que sabes de lo que hablo!
No aumentaba, pero tampoco se reducía.
Entretanto… Creo que fue el jueves… Me pasé la noche prácticamente sin dormir. Mi hijo me despertaba constantemente tosiendo y me desvelé a eso de la una de la madrugada. Al final me levanté y aproveché para leer, escribir, meditar…
Pues hubo un momento en que me sentía la molestia en la espalda, me acordé y dije: «Venga, Cris, ocúpate de esto, que ahora tienes tiempo».
Lo que hice
Retiré los libros y cuadernos, me senté recta, puse la atención en mi respiración, me concentré y entré en estado meditativo.
Me enfoqué en mi respiración, en sentir todo mi cuerpo… Normalmente, hace ya bastante tiempo que entro en estado meditativo con relativa facilidad. En mi caso, lo noto especialmente porque siento la vibración, como un cosquilleo en todo el cuerpo, incluso un poco más allá de éste. Empiezo a notar mucho calor sobre todo en las manos y en las mejillas.
Conecté mental y emocionalmente con la zona dolorida. No puedo explicarte muy bien esto. Es como que siento la zona, la «respiro», acepto el dolor sin resistencias, sin juicio… De algún modo, le envío amor. Muchas veces hago algún ejercicio de visualizar energía luminosa rodeando y bañando el área. A veces no.
Lo que considero importante es la intención clara, firme y sostenida. Si tuviera que poner en palabras la intención que le pongo a mi conexión con mi zona dolorida cuando hago este «trabajo», se podría decir que le digo algo así como:
Uff… Me has dolido y me he estado quejando, pero ahora te doy espacio para expresarte. Tienes mi permiso. Te voy a atender. Voy a atenderte a ti y todas las emociones, reacciones, impulsos inconscientes que me despiertas y tiran de mí hacia abajo, en un bucle. También voy a atender emociones, programas, creencias que estaban antes de ti… De hecho, que me han traído hasta ti gracias a que algunas circunstancias de mi vida las ha removido, las ha agitado. También me voy a atender a mí, exhausta ahora entre todo este remolino…
Me permito la queja, pero ya no soy mi queja. Me permito el lamento, pero ya lo observo a cierta distancia; ya no es mi verdad absoluta. Puedo alzar la vista más allá y ver con más claridad el recorrido que me ha traído hasta aquí, ahora. Puedo ver la lógica, incluso la oportunidad en todo ello…
Cierta comprensión intuitiva ya llega a mí y me abro a seguir comprendiendo…
Y, casi de forma inmediata, me relajo. Me sereno.
Ya estoy en un estado interno ligeramente alterado, distinto al ordinario. Con mayor disposición y apertura. Más consciente.
Lo que seguí haciendo
Entonces repasé mentalmente los últimos acontecimientos. Recreé las emociones y estados que había estado sintiendo los últimos días… Me fijé en pensamientos que habían estado muy presentes, rutinas de pensamiento recurrentes y similares a estados presentes en otros momentos de mi vida… Me fui todo lo honesta que pude, mirando hacia adentro, olvidando por un momento los eventos exteriores. Revisé las conversaciones internas que había tenido, los miedos que se habían hecho presentes… Revisé momentos de estrés en los que abandonaba las riendas de mi discurso interno… Recordé mañanas en las que había despertado espesa, cansada, como con un peso encima… (señal de que mi inconsciente había estado recreándose en el «lodo» durante el sueño).
Lo sentí de nuevo, algunas lágrimas rodaron por mi cara. Y me perdoné. Me abracé (en sentido figurado). Sonreí. Me alivié. Y reí.
Tenía bastante claros los lastres que se me habían «pegado».
Cogí el teléfono, consulté un par de diccionarios de biodescodificación que suelo consultar. Vi la información correspondiente a la lumbalgia, contrasté la información y me dejé sentir. Me quedé con lo que me resonaba.
Entonces volví un poco al inicio.
Con un estado interno alterado, con la intención de perdonarme, de no juzgar, de ver más allá de mi «drama» inmediato… Con la información más concreta de los «enganches» que me estaban causando el dolor, repasé de nuevo mis últimas vivencias, mis «problemas» y me los «reexpliqué».
De algún modo, es como «actualizar» o «depurar» esos programas tóxicos… Anularlos o restarles validez, activando otros nuevos.
Te resumo la nueva explicación que me di a todo lo que me estaba pasando:
Mi nueva versión de los hechos
Reflexioné, escuché mi corazón y utilicé también todo lo que ya sé (en base a mi experiencia personal y todo el bagaje que me ha dado el trabajo con mis clientes). Toda esa sabiduría que tienes en algún rincón de tu consciencia, pero que queda un poco oculta cuando se activan «programas» de urgencia y los dejamos campar a sus anchas. Es importante saber parar y retomar las riendas de tu mente, y volver a «reactivar» todo aquel «arsenal» de herramientas que tienes, pero que has dejado que acumule polvo en el desván.
Te desgloso un poquito el resumen general:
- LLevo tiempo haciendo un especial trabajo personal (y transpersonal) de "desprogramación" de patrones.
- Más concretamente, las últimas semanas estoy inmersa en unos trabajos de sanación muy potente.
- Sé (porque lo sé) que todos los procesos de sanación tienen un impacto inicial aparentemente "negativo". Es esa limpieza que primero te hace sacar toda la basura y, al quedar expuesta, muestra un panorama que parece "caótico". Es provisional y necesario. Así que, en esta fase, es importante no dejarse arrastrar por esas apariencias, cayendo de nuevo en los patrones tóxicos iniciales. Así que hay que seguir haciendo el trabajo con la mirada puesta en el horizonte sin distraerse con lo que nos rodea (son solo "residuos" del pasado).
- Así pues, volví a recordarme que sí estaba avanzando, todo estaba bien y el caos de mi actualidad es el terreno perfecto para poner en práctica (e integrar del todo) nuevas fortalezas.
- Volví a fijar mi atención en la mujer que quiero ser (y en la que ya me estoy convirtiendo) sin dejar que me distraigan ilusorios obstáculos.
- Aproveché también para observar más de cerca esos programas de lamento, rabia, victimismo, impotencia. Lo arraigados que están y lo verdaderos que parecen ser.
- También aproveché para decidir de nuevo desacreditarlos, observando el lugar (poco deseable) al que me conducían, aunque en el momento parezca que son una defensa lícita ante la adversidad.
- Me reconocí sin culpas ni verguenzas, mis "puntos débiles", mis tendencias poco constructivas.
- De nuevo, me perdoné por ello.
- Paralelamente, me recordé que yo soy inmensamente más grande que las trabas que me encuentro.
- También me recordé de nuevo que yo he elegido este camino de superación, en el que no me sirven autoengaños ni conformismos. Me reconcilié con las turbulencias que trae esta elección.
- Volví a sentirme fuerte y en paz.
Desenlace
No siempre es exactamente igual. Me refiero al proceso que utilizo para resolver algunos de mis síntomas. Improviso y me adapto al momento.
Pero, en esencia, suelo hacer algo similar. Y esta vez fue exactamente así.
En total, desde que me dispuse a ocuparme de mi lumbalgia hasta que la di por zanjada y seguí con mis actividades, pasarían 15 o 20 minutos.
Respiré hondo.
Sabía que ya había resuelto ese síntoma.
Y así fue. No volví a pensar en ello. Estuve haciendo mis cosas, luego ocupándome de rutinas matutinas, empezó mi jornada… En algún momento, cuando volví a pensar en ello, el dolor ya no estaba. Hasta hoy.
Últimas conclusiones
Puede ser que te parezca poco tiempo para todo el trabajo que hice. Piensa que yo te lo estoy contando pormenorizadamente, pero la mente y la consciencia, son «máquinas» raudas y veloces (especialmente cuando están enfocadas).
Además, ten en cuenta todo mi bagaje acumulado (gracias a mi gran experiencia con la espondilitis, a otras experiencias más sencillas, y a mi recorrido como acompañante de otras personas que también sanan sus dolencias desde el interior).
También me ayuda a aumentar mi consciencia en relación a esto las miles de horas de lectura y estudio que llevo a mis espaldas, el compromiso férreo que tengo con este camino y el hecho de que lo enseño con mi trabajo (enseñar te eleva a un alto nivel de aprendizaje).
Así que todo ese nivel de consciencia es el que se descarga cuando le pongo la intención al proceso de sanar.
Es decir, no solo es importante el procedimiento o «paso a paso» que realizamos de forma deliberada para sanar (y que, en mi caso, fue el que acabo de describirte), sino el trabajo de consciencia, desprogramación, etc., que llevamos a cabo de forma transversal y continuado en nuestra vida.
Además, lo cierto es que lo que «descodifiqué» en este caso, es un pequeño síntoma. Algo que no estaba muy «enquistado», digamos.
Pero que eso no te desanime si, en tu caso, lidias con una enfermedad «grave».
Si funciona en lo micro, funciona el lo macro. Punto.
Solo requiere una cantidad proporcionalmente mayor de consciencia, compromiso, persistencia, tiempo, etc.
¿Y tú qué piensas?
¿Tienes experiencias a tus espaldas de haber sanado de algún síntoma? ¿Nos las cuentas?
¿Te surge alguna duda, o te encuentras de forma recurrente ciertos obstáculos?
Cualquier cosa que te surja, sería genial si lo cuentas por aquí y seguimos compartiendo y aprendiendo.
Un abrazo grande.


Hola Cristina
Mi nombre es Giselle Irias, soy de México, tengo 51 años y me identifiqué con tu historia.
En la mayor parte de mi vida ha estado presente el dolor y he aprendido a auto equilibrarme.
Todo empezó después de mi tercer embarazo, cuando me diagnosticaron fibromialgia, tenia al rededor de 35 años, en lugar de tomar medicamentos cambié mis hábitos de sueño, alimentación y comencé a hacer yoga, natación y lo más importante poner atención a mis pensamientos y poco a poco mejoré hasta sentirme estable. Tenía alti bajos aprox 4 días al mes que superaba con ayuda de alternativas naturales, meditando y bajando el ritmo de mis actividades. Sin embargo hace 4 años comenzó a ser más difícil recuperarme, fue cómo volver a empezar, todo lo que me ayudaba dejó de funcionar, después de casi 15 años regresé al reumatólogo, después de muchos estudios me confirmaron que padezco también espindilitis anquilosante, que no es de hoy que viene de años atrás y que no entienden como logré estar estable todos estos años. Todo parece indicar que los cambios hormonales propios de la edad la dispararon, por lo que inicié un tratamiento. Hoy ya estoy 80% mejor, gracias a que he agregado más rutinas sanas y también hago meditación, te agradezco lo que compartes en tu blog ya que me ayuda a enfocarme para descodificar, pero sobre todo me da gusto conocer a alguien que tiene una condición parecida a la mía y que busca y ha logrado encontrar un crecimiento personal a través de lo que su cuerpo le dice.
Espero que también mi testimonio inspire a otr@s para que descubran que la sanación está en nosotros mismos, tal y como tú lo demuestras en todo lo que escribes. Te felicito por motivarnos y te agradezco el trabajo qué haces en cada escrito. Gracias Crisitina
Hola Giselle, muchas gracias por tu comentario! Enhorabuena por no haberte limitado a seguir las instrucciones que te daban y resignarte con una realidad limitada. Por haber agarrado las riendas de tu vida, tu salud y tomar la responsabilidad de hacer cambios diarios. Por creer en ti. Y tú has podido comprobar que funciona. Has tenido mejores resultados de lo esperado. Eso ya es un logro.
Si ahora, lo de siempre yo no te da los mismos resultados, simplemente significa que ahora toca hacer algo más; toca hacer el mismo esfuerzo que hiciste entonces de investigar, probar y creer de nuevo.
Es señal de que «has subido de curso», y, simplemente, la vida te pide más, por decirlo de algún modo.
Sea diagnóstico fibromialgia, o sea diagnóstico espondilitis, no te dejes encasillar. No te creas «sentenciada». Una vez más, todo depende de ti.
Sería una buena idea, por ejemplo, revisar (y cuestionar seriamente) tus creencias al respecto de la edad, de que es inevitable que las hormonas propias de esta etapa te enfermen. Nuestro cuerpo y nuestra mente tienen la capacidad de regenerarse contínuamente.
Primero has de convencer a tu mente, y tu mente dirigirá tu cuerpo.
De hecho, todo esto ya lo sabes. Un abrazo, sigue con ello y, de nuevo, gracias por tu comentario :).