¿Qué es la Autosanación exactamente?

Vamos a usar una metáfora para comprender la autosanación, la sanación natural y holística.

Esa sanación que puedes aprender a aplicar tú en tu vida y en tu cuerpo. Esa sanación que se inicia en tu interior, se extiende en las diferentes áreas de tu vida y se plasma también en tu cuerpo físico.

Imagina por un segundo…

Tu cuerpo es un coche. Y tú eres su conductor.

Imagina ahora que eres un pésimo conductor: 

Das frenazos bruscos constantemente, tu velocidad es irregular, transitas por territorio accidentado sin ningún tipo de cuidado y el coche se está golpeando cada dos por tres. Por lo tanto, tiene fastidiada la suspensión, se le gastan los frenos a menudo, los neumáticos también… Etcétera, etcétera. 

Bien, creo que ya te haces una idea.

Pregunta: 

¿Se resuelve esto arreglando o sustituyendo las piezas dañadas?

Bien, es evidente que, una vez ocasionado el daño, lo que corresponde es repararlo. Como sea. Ya no hay otra opción.

Sin embargo…

¿Es ésta la única o la mejor solución a largo plazo? ¿Hay que conformarse con hacer esto una y otra vez cada vez que algo se rompa? ¿Es ésta la solución más inteligente, la más efectiva? 

Está claro que no.

Convendría aprender a conducir mejor. A evitar todo lo posible los daños del coche. Usarlo de modo que dé su mejor rendimiento sin requerir tantas reparaciones.

Y esto serviría, en el caso del coche, únicamente como método preventivo. Pero en el caso del cuerpo físico, que es un organismo vivo, con capacidad de regeneración y dirigido por aspectos más elevados de nuestro YO, las posibilidades son muuucho mayores. 

Ahora lo vemos.

Tu influencia sobre tu salud

Salvando las distancias con lo anterior (que nadie se me ofenda, por favor), el cuerpo es una especie de máquina. 

Si aprendemos a usarla correctamente, si le hacemos un buen «mantenimiento», ésta funcionará mucho mejor y no serán necesarias tantas «reparaciones». Que, por otro lado son costosas, nos hacen perder tiempo y la energía y, al fin y al cabo, «la máquina», después de su «arreglo», nunca queda igual a nueva.

Pero esto es obvio para (casi) cualquiera, aunque lo cierto es que no siempre tenemos en cuenta en nuestro día a día aquello que «sabemos». Aún y así, vamos a darlo un poco por entendido y  vamos a ir más allá.

En el caso de nuestro cuerpo físico, al ser un organismo vivo, se trata de una «máquina» que, con los cuidados adecuados puede incluso, «recomponerse» de los daños ya sufridos. Por supuesto, hay un límite para esto. Pero, desde luego, tiene un potencial colosal, que lo más probable es que (y discúlpame)  lo uses en una proporción ínfima.

Y es bastante entendible. Hemos sido «educados» para darle la espalda a esta verdad. Incluso para verla como un absurdo, como algo ridículo, ingenuo. Incluso peligroso, «inconsciente».

Esto ha sido deliberado, tiene un trasfondo enorme y una repercusión aún mayor. Pero no vamos a tratar ese asunto ahora. (Si te apetece que ahonde en ello próximamente, sobre todo teniendo en cuenta la realidad mundial que vivimos ahora, déjamelo en comentarios).

El caso es que es comprensible si no usas el potencial de tu cuerpo para regenerarse, a tu favor; es comprensible si no has sido hasta ahora el mejor «conductor». No te maltrates por ello, por favor. Ni te presiones.

Pero sí resuelve ponerte las pilas sin prisa pero sin pausa.

Decídete a «desaprender» todo aquello que te hacía pensar que tu cuerpo y tú funcionabais por separado. Ves retirándole la fe a tantos esquemas mentales que te han impulsado a creer que las «averías» de tu cuerpo eran aleatorias y accidentales. Y, sobre todo, pasa ya por encima del modus operandi convencional en el que te limitabas a «llevar tu coche al taller».

Dicho de otro modo: 

Ves desprogramándote del automatismo que te lleva a cosas como…

– Solo ocuparte de tu salud cuando falla

– No entender tu papel responsable en ello, por consiguiente, seguir «conduciendo» como hasta ahora 

– Limitarte a reparar el daño cuando ya está hecho, además de usar «soluciones» con graves efectos secundarios, habiendo alternativas 

– Creer que los asuntos del cuerpo, solo son del cuerpo. Y, en consecuencia, creer que para cuidarlo solo he de cuidar el cuerpo directamente. O dicho de otro modo: Pensar que el desequilibrio y descuidos en otras áreas de mi vida, no van a afectar a mi salud en el largo plazo

– Y/ o buscar siempre dichas soluciones fuera de ti (dónde dependes de recursos que no están necesariamente a tu control).

 

Ese poder siempre está a tu alcance

Volviendo al «meollo» del asunto y centrándonos en la comprensión del funcionamiento de esta «máquina» que somos nosotros; en la «máquina» que eres tú:

No eres, en absoluto, un ser estático; fijo.

Ni en lo que concierne a tu parte emocional, ni en lo que atañe a tu esfera mental (aunque a veces, especialmente aquí, nos estancamos «un poco»). No eres fijo en tu plano energético… Ni muchísimo menos, lo eres en el plano espiritual, tu fracción más sutil y esencial; que está en constante evolución.

Sí es cierto, que tu parcela más constante es la material, la física. La que hace cambios más suaves, más sutiles. La que, en principio, no está sometida a constantes y bruscas transformaciones. Pero, para nada, es fija, estanca.

Es un mecanismo plástico, que se adapta a multitud de cambios y necesidades.

Tenemos bien asumidas algunas de estas adaptaciones, digamos, más visibles; quién más, quién menos, tiene claro que el cuerpo se adapta a las condiciones externas de multitud de formas:

Se adapta a los cambios climatológicos, de temperatura; se adapta a los cambios en nuestra actividad cotidiana, de estilo de vida; se adapta al paso del tiempo; se adapta a la alimentación que le damos… Etcétera, etcétera. 

Es decir, todos tenemos claro que el cuerpo hace cambios y modificaciones (unos «positivos» y otros «negativos») dependiendo de las influencias que recibe del exterior.

Sin embargo, no parece que sea aún vox populi, el hecho de que el cuerpo también hace cambios y modificaciones dependiendo de las influencias que recibe de forma interna.

Tu cuerpo está en constante conexión con las emociones que se te disparan, con las conexiones neuronales que haces. Con tu modo de interpretar la realidad. Con tus quejas internas, con tu sensación de agradecimiento, o ilusión. Tu cuerpo reacciona cuando le envías el mensaje claro y contundente de que tienes un enorme motivo para hacer algo, por ejemplo.

Tu esfera espiritual, mental, emocional y energética interactúan constantemente con tu esfera física.

Del mismo modo que asumes que cuando tu cuerpo está dañado (te duele, está limitado…) tu estado de ánimo flaquea, tus pensamientos son más «negativos» y eres más proclive a emociones como la tristeza o la rabia… Pierdes las ganas de avanzar en algo, se diluye un poco la sensación que pudieras tener en algún área de tu vida…

De ese modo exacto, funciona a la inversa.

Cuando tus emociones, tus pensamientos, tu fe, tus acciones, tus palabras, tus gestos… integran una verdad y actúan en consecuencia  con la suficiente intensidad, y de forma lo suficientemente estable, durante el tiempo necesario… El cuerpo, simplemente, le sigue. 

salud holística

Un ejemplo

Imagínate que en tu mente aparece una idea, un proyecto con un profundo sentido para ti. Lo alimentas, lo trabajas, aprendes lo que necesitas, te preparas para superar los obstáculos, te imaginas la culminación del mismo con todo lujo de detalles una y otra vez… Ya sientes que estás ahí. Incluso tomas deciciones contando con ese suceso. Imagina que, poco a poco, vas encajando esa «meta» con las otras cosas importantes de tu vida y vas haciendo que sean compatibles, que incluso se favorezcan mútuamente. Por lo tanto ese proyecto se acaba convirtiendo en tu propósito de vida. En el centro de tu vida. Imagina que, para llevar a cabo el viaje que representa vas a necesitar toneladas de energía, fuerza y vitalidad. Si todo tu YO, va en esa dirección con decisión y coherencia, ten claro (pero muy claro) que tu cuerpo se va a convertir en la máquina más potente que pueda llegar a ser.

No va a importar, en ese caso, que tu cuerpo no partiera de las mejores condiciones.  Incluso que estuviera gravemente perjudicado. Tu cuerpo va a empezar a funcionar de una forma sorprendente. Claro que puede haber ciertas limitaciones para su desarrollo, según el caso. Pero, seguro, va a ir más allá (mucho más allá) de lo  esperable bajo parámetros «convencionales».

Una posible continuación

Iba a seguir este artículo abriendo otro «subtema». Pero me parece que va a quedar un artículo larguísimo y va a requerir demasiado de tu tiempo para leerlo. No quiero «abusar», jeje.

Así que puede ser el asunto de un próximo artículo, si te parece bien.

El tema en cuestión que me apetecía abrir era el siguiente:

Como hemos comentado, dentro de nosotros existen diferentes esferas. Unas más sutiles y otras más evidentes, más tangibles. Unas más elevadas, con enormes (y casi siempre inexploradas) capacidades potenciales, y otras más ligadas a nuestro pequeño y limitado yo terrenal. Y todas, sin excepción se influyen entre sí.

Quería abordar el asunto de que otra posible cara de la sanación no está enfocada directamente en el cuerpo (aunque le afecta, sin duda). La sanación también tiene lugar cuando dejamos de identificarnos con los límites de nuestro pequeño yo terrenal y empezamos a conocer más en profundidad a nuestro YO más elevado. Cuando empezamos a confiar en su existencia y a conectar con él. Cuando dejemos que tome el mando de nuestra vida.

A través de esta conexión, de este vínculo, sanamos de forma fluida nuestra relación con nosotros mismos, nuestra relación con nosotros. Empezamos a ver con claridad nuestro camino y tomamos las decisiones «adecuadas». 

Sanamos, en definitiva, nuestra vida.

Por supuesto, como se puede intuir, es de esta forma más completa como accedemos a niveles más profundos de influencia también sobre el cuerpo. 

Aunque, a esas alturas del proceso de sanación, el mero alivio de síntomas físicos, ha dejado de ser el objetivo central.

Y esta es la sanación, en su versión más completa y «redonda» que yo procuro facilitar a todo aquel que se pone manos a la obra.

Como posiblemente ya sabrás, yo acompaño personalmente y de forma individualizada estos procesos. Puedo guiarte de la mano a recorrer este viaje de ir «mudando» «viejas pieles», soltando capas y capas de personajes con los que te has identificado, que no son tú y te limitan; te anclan a la contradicción, la confusión, el estrés, la frustración y, en última instancia, al reflejo de todo esto en tu cuerpo. Puedo apuntalar tu proceso, hacer que sea más directo, rápido, gratificante y sencillo.

Si, por otra parte, te apetece que escriba un artículo más detenido en esta parte de la autosanación, coméntamelo también en los comentarios, por favor.

Concluyendo

En definitiva, te animo de corazón a plantearte nuevas posibilidades en tu realidad (en lo concerniente a tu cuerpo físico y también en general). Te animo a cuestionar constantemente aquello que crees saber con respecto a tu cuerpo y te abras a nuevas posibilidades.

Te animo a que practiques la humildad en su máxima escala y te conviertas en un aplicado y atento aprendiz del funcionamiento de la «máquina» que es tu cuerpo y que eres tú en tu conjunto.

Un abrazo,

Cristina

Desde 2014 liberada de una enfermedad "crónica" gracias a un proceso de transformación interior. Desde 2015 acompañando a otros a recorrer un camino similar al que hice yo.

Mi Consulta Online

Mis libros

© 2021 Cristina Hortal

Todos los derechos reservados

8 thoughts on “¿Qué es la Autosanación exactamente?

      1. Gracias Cristina eres genial !!
        Tengo que ir practicando muchas cosas.
        Se que es verdad que tu vida dio un giro de 180° siempre e sido amiga de tu madre y cuando nos juntábamos hablábamos mucho de los hijos, ahora nos vemos menos.un abrazo guapísima.

        1. Jejeje, qué sorpresa verte por aquí, Dulce! Sí, la vida nos enseña mucho si estamos dispuesto a aprender sus lecciones, aunque a veces son dolorosas. Tenemos mucha más fuerza de la que creemos y podemos convertir el más duro desafío en un hermoso aprendizaje ¿Qué te van a decir a ti, verdad? Eres una mujer fuerte y valiente. Un abrazo grande.

  1. A mí la versión escrita, jaja.
    Me gusta también en vídeo pero me cuesta mucho más verlos y me pierdo estas verdades tan bien dichas…
    Gracias, Cristina!!

  2. Hola Cristina, me gustan los dos formatos.

    Me encantó este artículo, coincide con lo que vengo reflexionando desde hace un tiempo. Así que me gustaría una segunda parte para seguir profundizando en el tema. Gracias por tan valiosa información!

    1. Hola Cristina Muchas gracias por tu «feedback». Celebro saber que te ha gustado y te ha resultado útil. De acuerdo, me voy a plantear seguir desarrollando este tema. Si vuelves a este comentario y se te ocurre alguna pregunta concreta (o a otra persona que pueda estar leyendo esto), házmela y la tendré en cuenta para un próximo artículo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *