Antes que nada, quiero dejarte bien claro que no escribo este artículo con la intención de que almacenes más teoría y palabras bonitas que suenan a estados idílicos de personas iluminadas.
Tampoco me apetece que te frustres si sientes que hay un gran abismo entre lo que lees, que se supone es un buen grado de auto conocimiento, con tu realidad cotidiana.
Tengo claro, y sobre todo por mi experiencia en primera persona, que conocerse a uno mismo no es un absoluto, sino un continuo.
Uno no puede contestar a la pregunta «¿Te conoces a ti mismo?», con un SÍ o un NO. O por lo menos, yo nunca lo he sentido así. No al menos de manera sostenida en el tiempo. Yo he tenido experiencias puntuales de conexión máxima y profunda conmigo misma, eso sí. Luego, en mi realidad cotidiana, tengo días y momentos de todo.
A veces me siento «enchufada»; no hay dudas; siento una gran coherencia entre lo que pienso, lo que siento y lo que estoy viviendo. Una certeza que me hace vibrar por dentro, me empuja a actuar y a dirigir mi vida en una dirección u otra.
Otras veces me pierdo un poco, hasta que me encuentro de nuevo.
Lo que sí puedo decir, es que cada vez me cuesta menos volver a «conectarme»; volver a sentir que soy yo y que sé lo que quiero.
Esto es sobre todo por el aprendizaje, y una integración cada vez más profunda, de ciertas «herramientas mentales» que he ido adquiriendo.
Eso es lo que quiero compartir hoy contigo.
Por todo esto, mi conclusión es que uno sí puede ir avanzando de manera gradual y placentera hacia una comunicación cada vez más fluida con una parte muy auténtica de sí mismo. Esa parte que no cambia constantemente ni se deja llevar por miedos o conveniencias transitorias.
Y esto se hace despejando lo que sobra en tu mente; lo que no son más que pensamientos circulares y que no te llevan a ningún sitio más que a la extenuación.
Vamos, pues, a desglosar unos pasos sencillos, fáciles de integrar en tu día a día cotidiano , pero que requieren de cierta alerta por tu parte y un poquito de disciplina mental.
Puede parecer pesado estar «vigilando» tus pensamientos, pero se vuelve fácil con la práctica y bien merece la pena el «esfuerzo».
Al fin y al cabo, la dosis justa de disciplina (auto impuesta únicamente por ti mismo) te abre las puertas de la libertad.
Adelante, pues:
PASO 1: Toma consciencia del momento presente a menudo
Imagina que tu mente es un caballo salvaje. Tiene fuerza, pasión y belleza. Pero si tú no lo diriges, irá por los caminos más difíciles y posiblemente lastime su entorno y a sí mismo.
Te corresponde a ti coger las riendas de ese caballo.
Lo que le da dirección a nuestra mente es la consciencia del momento presente.
Acostúmbrate a estar un poquito alerta y, cuando sorprendas a tu mente cabalgando sin freno por pensamientos compulsivos de preocupación, queja, y no pare de desplazarse adelante y atrás (hacia el pasado y hacia el futuro) sin ton ni son, haz que se detenga.
Detén tu atención en la sencillez del momento presente.
Nada malo ocurre si estás donde estás y en ningún otro lugar.
No hay peligro que aceche cuando uno está presente.
Permítete abandonar esos pensamientos que te tientan constantemente y dedícate, por un momento, únicamente a vivir el momento presente: a sentir, a vibrar. Observa cómo respiras, observa tus sensaciones corporales, fíjate en los estímulos visuales y auditivos que percibes.
Estate presente y sé sencillo, aunque sea por algunos momentos al día.
Esto nos lleva al segundo punto:
PASO 2: Relaja tu mente de vez en cuando
Esta es una consecuencia natural del paso anterior.
Todas tus preocupaciones y lamentos se encuentran fuera de este instante, ya sea en un pasado «injusto» o en un futuro «temible».
Una vez tomes presencia, tu mente se relajará de forma inmediata.
Y aunque parezca una tontería, no lo es. El sistema nervioso emite señales distintas en estado de relajación y, en consecuencia, el sistema endocrino produce hormonas distintas también. No hace falta que te hable de la gran relación que hay entre las hormonas y nuestras emociones.
Y sabemos también que las emociones rigen nuestra vida.
No te tomes esto a la ligera, pues. Es importante. Depende de ello, en gran medida, tu felicidad.
Así que amplía ese estado de relax regodeándote en él. Disfrútalo y permítetelo a menudo.
Ayúdate con elementos y actividades que a ti te funcionen especialmente bien para relajarte (una ducha, el deporte, música suave, tocar la guitarra, un perfume en concreto… lo que sea).
Pero lo más importante es que sea una relajación consciente y deliberada. Provocada especialmente por y para ti en un acto de amor hacia ti mismo.
PASO 3: Observa tu mente
Muy relacionado también con los pasos anteriores se encuentra este tercero: observa tus pensamientos. Con observar me refiero a que, cada vez que te acuerdes, y especialmente cuando estés teniendo pensamientos que te hacen daño, te distancies un poquito de ellos. No te los creas del todo y te identifiques sin más con ellos.
Simplemente obsérvalos con cierta distancia, lo más desapasionadamente que puedas.
Esto te dará cierta perspectiva y objetividad.
Puede que descubras que no son tan ciertos como pensabas o que no son la única alternativa; que pensar de otro modo es posible.
Lo que nos lleva al siguiente paso.
PASO 4: Sé selectivo con tus pensamientos
Es momento de elegir pensamientos amables y constructivos. Pensamientos que te llenen de energía, no que te la quiten.
Provoca y ensalza pensamientos alegres, positivos y que te conduzcan a la acción (sin caer en el auto engaño fácil).
Seguro que, dentro de tu misma situación, existen diferentes versiones y distintos modos de verlo.
¿Por qué elegir el más doloroso y paralizante? No tiene sentido.
Todo esto te llevará a ir dándote cuenta del control (de forma natural) que puedes ejercer sobre ti mismo y sobre tu vida.
Esto hará que empieces a ejercer el verdadero papel que te corresponde.
Empezarás a saber quién eres. No se puede explicar mucho sobre esto. Es una sensación muy íntima.
En definitiva, provoca pensamientos que te conduzcan a actuar hacia lo que sí quieres en lugar de huir de lo que no quieres.
Daremos más énfasis a esta idea en el siguiente punto.
PASO 5: Dirígete hacia lo que quieres en lugar de huir de lo que no quieres
Parece lo mismo pero no lo es.
Aquí me estoy refiriendo a una actitud.
Parece lógico buscar de manera instintiva y simultánea acercarse a lo que quiere y alejarse de lo que no quiere.
Pero ahora te pido que profundices un poco más sobre ello y te des cuenta de que no es lo mismo vivir buscando lo que sí quieres que vivir escapando de lo que no quieres. Ni provocará los mismos resultados
La primera actitud te conducirá a cuestionarte en profundidad qué quieres de verdad y te conducirá a un buen auto conocimiento y una consecuente coherencia interna.
Motivará acciones y comportamientos valientes originados en tus verdaderos deseos y necesidades.
La segunda actitud te hará adoptar una actitud temerosa, quedándote siempre con la opción que parece más segura pero no necesariamente la que más te llena. Por supuesto, tampoco te conducirá a que te preguntes de verdad qué quieres y te acostumbrarás a vivir desconectado de ti mismo.
PASO 6: Ser siempre muy, muy honesto contigo mismo
Para llevar a cabo correctamente el paso anterior, y en realidad, todos los demás, será imperativo que seas muy, muy sincero contigo mismo.
Todos estos pasos de lo que te he hablado hasta ahora, tienen la intención de que empieces a desenredar el entramado de tu compleja mente que te tienen confundido y bloqueado, y así conocerte y comprenderte mejor.
Esto no ocurrirá si hay aspectos de ti mismo que no quieres ver y que no sabes cómo afrontar.
Si eres selectivo con lo que reconoces de ti mismo (ya sea en cuanto a actitud, pensamientos o lo que sea) tendrás una visión parcial e incompleta de ti y de tu realidad.
Matizar que no será necesario que compartas tus descubrimientos sobre ti menos agradables con nadie que no seas tú.
Pero en tu intimidad personal, es imprescindible que aprendas a no guardarte nada.
Para facilitarte esta tarea, hay un cierto entrenamiento mental concreto que hará que esto te salga de manera casi automática. Lo me lleva a explicarte el siguiente paso 🙂
PASO 7: No juicio
Si aprovechas siempre que tienes ocasión para practicar la ausencia de juicio, te resultará mucho más fácil aplicar el paso anterior. Y esto es así porque, sino te juzgas, más fácilmente podrás reconocer tus carencias y «errores».
Además, no darle tanta credibilidad a tus juicios aportará enormes beneficios a tu vida.
Estamos acostumbrados a catalogar todo lo que se nos pone por delante de bueno o malo. A menudo tenemos esa compulsión.
Si te das cuenta, ahí empiezan todos nuestros problemas. Nos hace acusar a otros, sentir culpa, miedo… En el momento justo que asumimos que una cosa es buena y la otra es mala, automáticamente nos auto imponemos una gran presión para decantarnos para lo que nos parece favorable, y si no lo conseguimos, sufrimos.
No estoy diciendo que no tomes elecciones y que no las tomes en base a tus preferencias (que lógicamente las tienes).
Estoy diciendo que se puede elegir igual sin regodearte en juicios y críticas que sólo te sirven para quedarte sin energía.
Si aprendemos a observar de una manera más imparcial toda nuestra realidad, sentiremos una gran liberación y dispondremos de todo nuestro potencial para vivir porque no lo estaremos malgastando.
Y cuando hablo de no juzgar, me refiero tanto a los demás como a ti mismo. En realidad, una cosa difícilmente se separa de la otra (pero de eso ya hablaremos en otra ocasión).
PASO 8: Ponerte en coherencia
Podría decirse también de esta otra manera: Extender la honestidad del paso 6 a todos tus actos y palabras.
Dicho más fácil aún: Decir SÍ cuando quieres decir SÍ, y no cuando quieres decir NO; ir sólo cuando quieres ir, sonreír cuando la sonrisa te sale de adentro, etc.
Ir soltando a tu propio ritmo comportamientos hipócritas te liberará de máscaras que a veces te impiden reconocerte incluso a ti.
Bien, con esto, si lo implementas de manera concienzuda a tu vida, me parece que ya tienes por dónde empezar para construir puentes de comunicación hacia tu verdadera esencia.
¿Qué opinas tú?
Hola ,
Personalmente los dos últimos puntos son los que más me cuestan. No puedo evitar juzgarme por lo que hago, cómo lo hago. Y sobretodo la coherencia, ya que siempre pienso que la otra persona no tiene culpa de cómo yo este y siempre quiero que se lleve la mejor versión de mi. Pero luego, me veo agotada, como si hubiera hecho un sobreesfuerzo y pienso : y yo qué? para cuándo?
Hola Eva, gracias por contestar. Tiene sentido que te cuesten los dos, porque están relacionados entre sí.Si te juzgas a ti misma constantemente y poniendo en duda cada decisión y comportamiento, es natural que te cueste «hacerte caso» a ti misma. No sé si me explico. Si no confías en ti, si no te permites ser y estar como te pide el cuerpo… En definitiva, si no «estás de tu parte», no habrá coherencia porque no te escuchas.
En todo caso, Eva, es algo que se puede aprender. La mayoría de personas (si no todas) tenemos nuestro mayor enemigo en casa, y no me refiero al marido, jeje.
Y sí, es interesante que aprendas a corregir este auto sabotaje porque en realidad no es bueno para nadie. A ti te agota comportarte como crees que esperan los demás, pero es que además los otros están recibiendo un trato que no es del todo sincero y tarde o temprano estallará en su opuesto sin entender nada. Por no mencionar que se están perdiendo a la verdadera Eva.
No eres tan terrible como te imaginas. Nada parecido. Atrévete a no ser perfecta, suéltate. La liberación en sí misma ya valdrá la pena, pero es que además descubrirás que esa Eva gusta mucho más que la otra. Ya me contarás. Un abrazo y gracias por comentar.